Soo Tan el tigre

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SOO TAN, EL TIGRE Y EL SAPO VERDE

Anónimo chino

Hace mucho tiempo, cuando el mundo era muy, muy joven, los hombres y los animales podían hablar unos con otros en el bosque en el que habitaban. Soo Tan era el nombre de un viejo tigre que solía recorrer el bosque en busca de comida. Un día, mientras que Soo Tan husmeaba a lo largo de las orillas de un riachuelo, un sapito comenzó a molestarlo. Sentado sobre un pequeño montículo de pasto y lodo, el señor Sapo parpadeó con sus grandes ojos negros y le gritó descaradamente al tigre: –Oye, tú, ¿qué haces en esta mañana tan hermosa y brillante?

Entretanto, sin embargo, el Sapo croador pensó para sí mismo: "Sin duda este tigre ha venido a comerme y sólo mi ingenio podrá

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salvarme".

–Voy hacia el bosque en busca de algo de comer –respondió Soo Tan, el tigre–. Llevo tres o cuatro días sin probar bocado, estoy cansado y muy hambriento. Creo que te voy a atrapar y te voy a comer, aunque eres absurdamente pequeño, sólo serías un abreb o c a s .Pero, antes, dime quién eres tú.

El sapito infló la barriga tanto como pudo y respondió con la voz más ronca y profunda que podía emitir:

–¡Yo soy el rey de los sapos! Puedo saltar realmente muy lejos puedo hacer todo t i p o d e c o s a s a s o m b r o s a s . Mira, por e j e m p l o , este pequeño riachuelo, ¿por qué

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no vemos cuál de los dos puede saltar más lejos al atravesarlo?

Soo Tan respondió: –Está bien, pero yo saltaré primero. Mientras que el tigre se preparaba para saltar, el sapo se deslizó cautelosamente de su montículo, agarró la punta de la cola del tigre y se aferró a ella con fuerza. Soo Tan dio un tremendo salto hasta la otra orilla, sin saber que llevaba al inteligente sapito colgado de su cola.

Sintiéndose orgulloso de su fuerza y agilidad,

Soo Tan se volteó de inmediato hacia el riachuelo cuando, para su sorpresa, oyó una voz que le hablaba desde atrás.

–¿Qué buscas, señor Tigre?

Allí, sentado en el prado, lejos del lugar en el que el tigre había caído, estaba el sapito verde.

Soo Tan no tenía idea del ingenioso truco por medio del cual el sapito había llegado hasta allí.

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–Y bien, señor Tigre –dijo el sapo, sonriendo–, como te vencí en esta prueba, te propongo que compitamos otra vez. ¡Ahora, intentemos escupir!

Para que no pareciera que esa tonta y diminuta criatura era más lista que él, el tigre aceptó el desafío. Pero Soo Tan no había comido nada en varios días. Tenía el estómago casi vacío y la lengua bastante seca, y a pesar de todo el esfuerzo que hizo, cuando trató de escupir sólo salió un poco de agua de la boca.

Cuando le llegó el turno de escupir al sapito verde, de su boca salió un gran mechón de pelo de tigre, que se había tragado al morder la cola del tigre mientras cruzaban el río.

–¿Cómo es posible que tengas pelo de tigre en el estómago? –preguntó Soo Tan, temblando de miedo.

–¡Ah! –dijo el sapo de manera pretenciosa–. Es que ayer maté un tigre y me lo comí, y

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estos son unos pocos pelos que no pude digerir.

Entonces Soo Tan pensó: "realmente este sapo debe ser muy fuerte para matar un tigre. Y hoy saltó más lejos que yo al cruzar el río. Mejor será que huya de él mientras pueda".

Así que Soo Tan se dio la vuelta y salió huyendo del bosque. Cuanto más avanzaba, más rápido corría, hasta que finalmente llegó a la cima de una montaña.

Cuando se sentó para recuperar el aliento, vio a su viejo amigo, el señor Zorro, que se acercaba por el camino.

–¿Por qué estás tan apurado, Soo Tan? –preguntó el zorro.

–Ay –resolló el tigre–.

Acabo de ver al rey de los sapos.

Se ha comido a varios tigres y saltó el río y es

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taba planeando comerme. El zorro se rió del tigre y le dijo:

–¿Tú, un tigre enorme, estás huyendo de un sapito, mientras que yo, un pequeño zorro, podría aplastarlo con mi pata?

–Si crees que puedes matarlo, regresaré contigo –dijo el tigre–. Pero estoy seguro de que, cuando lo veas, tú también tendrás miedo y saldrás corriendo. Mejor atemos nuestras colas para que podamos ayudarnos el uno al otro. Así que el tigre y el zorro amarraron sus colas con fuertes nudos y comenzaron a bajar de las montañas en busca del sapito verde. Entretanto, el ingenioso sapito se sentó en su montículo de pasto y lodo a reírse de los trucos que le había jugado al enorme y fuerte tigre; pero, al mismo tiempo que se recreaba en sus recuerdos, observaba atentamente el camino que salía del bosque, porque estaba seguro de que todavía no había acabado con

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Soo Tan.

"¿Acaso esas dos luces verdes y brillantes podrían ser los ojos de un tigre?", se preguntó el sapito. Antes de que pudiera responderse, apareció la afilada nariz del señor Zorro, y luego el sapo vio que, atado a su cola, el señor Zorro arrastraba tras de sí a su viejo enemigo, el señor Tigre. Entonces el sapito verde gritó, lo más fuerte que pudo: – Tú, señor, eres un gran zorro. Hoy todavía

n o le has traído un presente digno a tu rey. Date la vuelta y mira hacia tu cola.

¿Acaso me trajiste ese perrito para la cena de hoy?

Entonces Soo Tan, el tigre, sospechó que el zorro l o

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e s t a b a

engañando y que lo estaba llevando hasta donde el rey de los sapos para que lo matara y se lo comiera. De manera que dio media vuelta y corrió con todas sus fuerzas, arrastrando al zorro con él. Corrió tan rápido que, si no están muertos para este momento, todavía deben estar corriendo a través del bosque.

Mientras tanto, el ingenioso sapito verde se sentó en su montículo de pasto y lodo, parpadeó, infló su barriga, roncó y gozó de la manera como había engañado al gran tigre rayado.

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